Su ascenso político lo conduce a hacerse cargo de la organización del movimiento revolucionario en el sur de México, siendo nombrado jefe supremo del movimiento revolucionario de la región meridional, después jefe maderista de Morelos.
Después de la suba de Madero al poder, Emiliano Zapata se levanta contra éste último en razón de su poca diligencia en aplicar la Reforma Agraria, objetivo principal de la Revolución Mexicana.
Su esfuerzo por la Reforma Agraria le valió también la enemistad de Carranza.
El ataque de Victoriano Huerta contra el gobierno de Madero, quien lo hace asesinar, lo empuja a unirse a las tropas constitucionales en 1913.
Un año más tarde, con Pancho Villa y Orozco, firman la Convención de Aguascalientes, rechazada por Carranza, en el curso de la cual deciden ocupar la capital mexicana con las fuerzas convencionales (1914).
La fuerza de las tropas zapatistas le permite ocupar la capital en dos ocasiones, controlando la mitad del territorio mexicano.
Sin embargo, el fuerte contraataque del presidente Carranza y la derrota que le inflige Álvaro Obregón lo obligan a retirarse hacia Morelos y a instalar su cuartel general en Tlaltizapan, conservando la implantación del movimiento revolucionario en el sur de México.
Después de su retirada, afronta en permanencia los ataques de Carranza, defendiendo la instauración de una auténtica reforma agraria que elimine la repartición desigual de las tierras, y que tome en cuenta los derechos de los indígenas, modelo implantado por Zapata en Tlaltizapan.
Zapata crea también en esta ciudad una red de escuelas y servicios públicos.
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